Continuamos con la review número dos de las películas de Kara no Kyoukai, las cuales son un conjunto de reviews que iré haciendo aproximadamente cada tres o cuatro días, en las que analizaré cada una de las siete películas que componen la serie.
En esta segunda película, retrocedemos en el tiempo hasta la época donde Shiki conoce a Mikiya, sí, el chico el cual aparece en la primera película, que será uno de los factores importantes de la trama a partir de este capítulo de la historia. En ella observamos cómo él la conoce en la secundaria, y a lo largo del tiempo, y como siempre, con un factor de tipo sobrenatural, aunque en menor medida en esta ocasión, van logrando tener una relación de amistad, que casi que termina siendo amorosa, aunque en el película no lo muestre demasiado en profundidad. A Study in Murder consta en dos partes, las cuales están separadas por cuatro películas, por lo que esto es el análisis de la primera mitad de la historia.
Si en la anterior película ya advertí de que contenía ciertas cantidades de sangre, en esta aumenta bastante, pero sin tampoco excederse, estando en su justa medida y nunca de forma innecesaria. Como en la anterior película, vuelven a producirse una serie de muertes misteriosas, que despiertan esta vez la curiosidad de Mikiya, y a partir de ahí se irá hilando la relación con Shiki.
Sobre el estilo y diseño de personajes no hay que decir demasiado, ya que sigue manteniendo más o menos la misma estética. Se podría decir que mejora en ciertos aspectos, como son en escenas a oscuras, que si ya de por sí eran bastante bonitas, en esta ocasión, lo son el doble. En cuanto al diseño de personajes, al ser los mismos, tampoco van a variar demasiado, aunque cabe decir que nos presentan a un Mikiya más elaborado que en la anterior, el cual apenas hablaba, apenas aparecía, y casi que se sentía como un mero personaje secundario en la primera película.
La música continúa siendo muy parecida a la de la primera película, pero quizás con unos matices que añaden tensión a las acciones. Sin duda, sigue siendo una banda sonora excelente, y que mantiene la calidad bien alta en todo momento.
El punto fuerte de esta película no es más que la construcción del pasado de los dos protagonistas, que probablemente genere una relación incluso más fuerte en los siguientes largometrajes. Todo lo que vemos a lo largo de los sesenta minutos de duración no es más que el entramado psicológico de nuestros personajes. Por un lado tenemos a Shiki, en la cual descubrimos una soledad más que profunda, y que le hace que se aisle y odie al mundo en general, incluido Mikiya, el cual, al contrario que Shiki, siente amor por la chica, y que le hace que haga ciertas locuras, aunque todo el mundo le advierta que tendrán consecuencias negativas para él.
Todo esto, nos lo explica en un ambiente cargado de serenidad, con pocos momentos de acción, que casi que no son más que pinceladas en lo que es la película. Quizás habría estado mejor añadirle algo más de misterio, pero debido a que esto es una primera parte de lo que es el pasado, no se pueden pedir explicaciones hasta no analizar la otra parte. También es importante recalcar que una explicación a lo ocurrido en la primera película era en cierto sentido necesaria, y en esta se centra en más o menos clarear lo que es la trama y el porqué de las cosas, antes de empezar a sacar la trama principal, que en teoría debería comenzar en los sucesivos filmes.
En Conclusión…
A Study in Murder, Parte 1, es el segundo prólogo con el que nos adentran en el mundo de Shiki, y es la base fundamental para entender lo que realmente ocurre en la trama y en los pensamientos y sentimientos que Shiki tiene por el mundo en general, también muestra la importancia de Mikiya por primera vez. Se siente en cierto sentido incompleta, pero aún así, hay que tratarla como una primera parte, por lo que en la segunda debería explicarse mejor lo que ocurre en el punto en el que se queda la película. En cierto sentido, A Study in Murder trata mejor todos los temas sobre los que quiere hablar, y no considera que el espectador debe de esforzarse por entender al máximo lo que ocurre, como sí ocurría en la primera parte. Quizás deberíamos alegrarnos por nuestras pobres neuronas.