Hace tres días fuimos a ver al cine la película de Akira, obra de Katsuhiro Otomo, y tras verla, pensé que no debería hacer análisis alguno de ella debido a que se me hizo pesada y aburrida. Sin embargo, hoy me he levantado con ganas de escribir sobre algo, así que haré una breve reseña sobre esta obra, que para mejor o para peor, influyó en una de las obras más populares y conocidas de la animación japonesa: Neon Genesis Evangelion.
Nos situamos en el año 2019, en la ciudad de Neo-Tokyo, una ciudad construida sobre los antiguos restos de la antigua ciudad de Tokyo, tras la explosión de una presunta bomba nuclear, que desencadena la Tercera Guerra Mundial. El ambiente se encuentra marcado por un gobierno que oprime por completo a los habitantes de la misma, provocando la formación de una sociedad llena de desempleo, terrorismo, drogas y violencia. En este marco, unos jóvenes, llamados Kaneda y Tetsuo, alterarán el equilibro de la ciudad con sus acciones.
Si bien la idea general no parece demasiado mala, recuerda mucho al argumento utilizado en Evangelion, salvo que en este caso no hay mechas de por medio, y el desarrollo es muchísimo más confuso que el de la propia serie dirigida por Hideaki Anno. La historia carece de complejidad, sin embargo, debido al hecho de que no deja nada claro, sino que va exponiendo a saltos cada hecho que ocurre en la película, provoca que el propio espectador se pierda constantemente, y acabe sin saber qué es lo que realmente está ocurriendo.
Podemos observar cómo de tosco es el hilado del argumento solo con fijarnos en detalles como a la hora de nombrar a los personajes: Sólo Kaneda y Tetsuo son, al parecer, personajes lo suficientemente relevantes como para ser nombrados, ya que a todos los demás personajes simplemente ni se les pone nombre, o se les menciona en una ocasión y punto, provocando aún más confusión a la hora de indicar quién es quién; la explicación de teorías científicas que no tienen sentido con la historia, como la teoría de los universos paralelos, mezclados con saltos temporales o el uso de los flashbacks sin explicación alguna.
El diseño general de la serie resulta realmente «bonito», dentro de lo que cabe, muy parecido a animes de la época, con un estilo muy futurístico y realmente parecido a series del estilo. La animación en general es muy buena, la cual posee una fluidez realmente asombrosa para la época en la que la película fue publicada (En el proceso de creación de la película se utilizaron 160.000 fotogramas, una verdadera barbaridad teniendo en cuenta de que se trata de animación tradicional). Sin embargo, existen momentos en los que el timing no está demasiado bien controlado en algunas escenas, y acciones que deberían ser mucho más rápidas y dinámicas acaban siendo más lentas de lo esperado, y acciones que deberían de ser más lentas, acaban siendo extremadamente rápidas. En general, la animación es posiblemente de lo mejor que esta película puede ofrecer al público.
Ahora bien, ¿qué es realmente Akira? Para mí, Akira es la inspiración y el pilar fundamental en el que se inspiraron muchísimas obras, tanto occidentales, como puede ser Dark City, la cual recoge muchos detalles en la trama que lucen calcados de la película de Katsuhiro Otomo. Sin embargo, la obra de Hideaki Anno, Neon Genesis Evangelion, calca la idea de la película mucho más concienzudamente. Tanto el lugar, como el diseño general, además del desarrollo de la trama, se plantea realmente parecido a lo que viene siendo la serie original, aunque en Evangelion exprimen mucho mejor lo que es el argumento, además de que elaboran una trama mucho más compleja que la que en Akira se nos muestra. Podríamos decir que este filme se trata del primer boceto que Hideaki Anno utilizó para basar su serie, y superar con creces a la misma.
En conclusión, Akira es una película de culto que recomendaría a cualquier persona, siempre teniendo en cuenta que la trama será realmente enrevesada y costará seguirla. Sabiendo eso, es una buena película que no está nada mal para ver en tu tiempo libre.
Y no, no es que haya que ser un auténtico cinéfilo ni saber de cine para entender el concepto de la película, ya que el trasfondo de la película es completamente confuso y no tiene más vuelta de hoja que la reinterpretación de la sociedad de posguerra.