Entre Cuts y Cells

Entre Cuts y Cells – Satoshi Kon

¡Buenos días, tardes o noches queridos lectores del blog! Como bien sabréis, en este blog nos gusta hablar de temas polémicos, hacer tops un tanto extravagantes o simplemente divagar de por qué una escena podría haber sido mejor. Sin embargo, si algo nos gusta hacer, especialmente en mi caso, es mirar al pasado. Y cuando digo al pasado no me refiero tanto a aquellos animes que hicieron de una década la mejor de la historia, sino a aquellas personas que ya no se encuentran entre nosotros y que dejaron una huella imborrable en este curioso mundillo que es el del anime.

En el día de hoy me gustaría hablar de Satoshi Kon, un director al que todos recordábamos hace varias semanas por su décimo aniversario de su fallecimiento. Suelo evitar fechas marcadas en el calendario de este estilo puesto que creo que no es necesario de un día concreto para recordar la importancia de alguien que aportó tanto, no solo a la industria del anime, sino a la dirección de películas como tal cuando se puede recordar su herencia en cualquier momento.

Sin embargo, hoy me sentía nostálgico, por lo que he decidido hablar de lo mucho que este gran director ha impactado dentro y fuera de lo que es el mundo del anime con tan solo cuatro películas y una serie a sus espaldas. Bienvenidos al primer artículo, damas y caballeros, de «Entre Cuts y Cells», nuestra nueva sección.

Para los que no conozcan al protagonista de la historia del día de hoy, Satoshi Kon nació en Sapporo, Hokkaido, un 12 de octubre del año 1963. Desde una edad relativamente joven, Kon soñaba con ser un gran animador, y se veía participando en series de gran calibre. Como curiosidad, sus obras favoritas fueron Space Battleship Yamato, Heidi o Gundam, que servían como punto de referencia para aquellos dibujos que durante sus primeros años elaboraba como mera afición.

Fue en la universidad cuando esa afición fue dando paso a su prometedora carrera como mangaka y director. Debutó con su manga corto Toriko, con el que logró captar la atención en los premios de la revista Young Magazine, de la editorial Kodansha. Esto catapultó su carrera hasta el punto de comenzar a trabajar como asistente de Katsuhiro Otomo, el creador de Akira, manga y película que ya hemos reseñado en este blog con anterioridad.

Tras la graduación de sus estudios universitarios, decide meterse en la industria de la animación, realizando guiones, diseñando fondos y realizando diseños generales para diversas películas. No es hasta 1997 cuando empieza a trabajar en su primera película, Perfect Blue, de la mano del estudio Madhouse.

Hace unos años estuve buscando películas que pudiese ver que se saliesen de las líneas generales de lo que son las películas de anime de los directores más conocidos por el público general (Mamoru Hosoda, Makoto Shinkai y todo el plantel de Studio Ghibli, entre otros). Entre la maraña de recomendaciones surgieron las obras de Satoshi Kon. Desde luego, fue una excelente recomendación.

Como era de esperar, empecé en orden cronológico a ver todas sus obras, de tal forma que pudiese observar la evolución que el propio autor demuestra en cada una se sus películas: una calidad excepcional en cada una de ellas que solo hace más que incrementar constantemente, sorprendiendo película tras película con mejoras en su fórmula.

Y aquí es donde está lo interesante: la fórmula que las hace tan diferentes al resto. Si por algo destaca el trabajo de Satoshi Kon es por su habilidad a la hora de realizar composiciones de escenas que fluyen perfectamente de una a otra. Podríamos comparar a su forma de dirigir con el cauce de un río, en el que la corriente es el medio y de forma suave te va llevando por cada uno de los escenarios de forma muy orgánica.

Esto se puede observar perfectamente en cualquiera de sus obras, pero hay dos que creo que lo hacen mejor que el resto: Paprika y Milennium Actress. En cada una de ellas la transición entre escenas y planos es tan orgánica que el espectador apenas tiene tiempo siquiera a darse cuenta de dónde está el truco. Como si de magia se tratase, el director nos guía de una forma maravillosa por cada una de las escenas y su trama sin que apenas demos reparo en las costuras que componen los conceptos que en cada película se unen.

Sí, es cierto que todas sus películas tienen estas «costuras», pero en cada unaña se unen conceptos distintos. En el caso de Paprika, las fusión se realiza entre el mundo de los sueños y el mundo real, acercándose poco a poco entre sí hasta tal punto de la película en el que no sabes distinguir entre lo que es real y lo que no lo es. Sin embargo, en el caso de Milennium Actress, las costuras están en los saltos temporales que nuestra protagonista realiza a lo largo de toda su película conforme va contando su historia, la historia de su carrera como actriz de cine.

Pero si algo por lo que Satoshi Kon merece ser recordado por encima del resto es por su habilidad para reflejar al ser humano. No creo que sea locura decir que sus películas reflejan las partes más oscuras de nuestra condición, mostrándolas de una forma fascinante, haciéndonos partícipes de cada una de sus historias y haciéndonos empatizar con cada uno de sus personajes.

Aún recuerdo Tokyo Godfathers, en la que el grupo de protagonistas son tres personas sin hogar, cada uno con sus problemas: Gin, un alcohólico de mediana edad, Hana, una antigua drag queen, y Miyuki, una chica que se fugó de casa. En un principio el concepto me pareció sorprendente, no solo por la naturaleza de cada uno de los individuos, sino por la elección de cada uno de ellos, en la que todas las cualidades que se muestran de cada uno de ellos son las peores de su condición.

Y sin embargo, conforme se desarrolla la trama, todas aquellas penurias que los personajes pasan a segundo plano para descubrir cómo aquellos personajes que parecía que nunca iban a poder ser nada, son ahora una familia.

Sí, quizás Satoshi Kon para muchos es el genio que revolucionó la industria y subió el listón para todos aquellos que intentasen seguirle, pero creo que su visión del mundo es lo que lo hizo tan único como sus películas lo muestran a él. Su pérdida fue un duro golpe para la industria y para los que esperaban su siguiente película, Dreaming Machine.

Esto ha sido todo por hoy, espero que os haya gustado este pequeño pensamiento acerca de un autor al que le tengo mucho aprecio y que definitivamente guarda un pequeño lugar en mi corazón. Nos vemos la semana que viene en el blog con un nuevo post. Hasta entonces, sed felices y tened cuidado con el coronafiesta.

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