Análisis

La bancarrota creativa de Evangelion 3.0+1.0

Después de pasar suficientes días admirando el gotelé de la pared, creo que estoy lo suficientemente calmado para hablar de la nueva película de Evangelion sin perder los papeles. Alcanzar este nivel de templanza no ha sido fácil, pero no me han hecho falta drogas, alcohol, ni siquiera masturbarme, sino tan sólo la ilusión que me hace enterrar este tema de una vez por todas. Ha llegado el momento de darle las últimas estocadas a esto para poder pasar página.

Y para qué mentir, también de paso para beneficiarme un poco de la comidilla otaku del mes. Siento que esta película existe antes como tema de conversación que como cine, y todo lo que se publique sobre Rebuild of Evangelion en estos días tiene bastante tráfico de visitas. Intentar luchar contra el algoritmo es como patear una ola o votar al PSOE: sientes que estás haciendo algo pero en realidad tampoco ocurre nada significativo.

Evangelion 3.0+1.0: Thrice Upon a Time está viviendo su momento dulce en estos días y las críticas a la película todavía son escasas y comedidas. La mayor parte de los seguidores están satisfechos con el final de la serie de remakes y sobre todo con el hecho de que hayan terminado en sí. Entiendo este sentimiento, pero yo no puedo evitar sentir más asco por Rebuild of Evangelion cuanto más reflexiono sobre esta película en relación a las anteriores.

La pregunta que me hago es: ¿qué hemos sacado de Rebuild of Evangelion con respecto a la serie original? Y no, no me refiero a figuras de Rei vestida de negro y máquinas pachinko. ¿De qué manera ha sido esto una historia ya no mejor, sino fundamentalmente diferente a Neon Genesis Evangelion?

Haciendo un cómputo general de las películas de Rebuild, su marco general y progresión han sido inquietantemente similar al original, pese a ser experiencias muy distintas. Lo más obvio lo vemos en las dos primeras películas, que siguen sin cambios significativos la trama de los episodios del 1 al 6 y del 8 al 20 de la serie respectivamente. Al final de la segunda película sucede un evento que parecía cambiar el rumbo: el Tercer impacto, que no ocurría hasta el final de la serie aquí sucedía al final de la segunda entrega. Sin embargo, la irrisoria Evangelion 3.0 recrea de forma atroz el contenido del episodio 24 de la serie estirándolo de la duración original de veinte minutos a una hora y media.

La verdad es que no culpo a nadie que viendo esa película no se percatara de las similitudes con ese episodio. El marco narrativo es muy diferente y se introducen elementos nuevos que no tuvieron explicación tangible ahí ni la han tenido en la nueva película, pero en ambos casos la sucesión de eventos es esta: Shinji siente que no puede confiar ni en Misato, ni en Asuka, ni en Rei; conoce a Kaworu y se enamora de él simplemente porque le hace sentir como una persona, y al final Kaworu muere de forma trágica en una batalla en Terminal Dogma porque la lagrimita es el jugo del dólar. Bueno, en realidad no sé si en Evangelion 3.0 esto se consigue muy bien, porque la secuencia inmediatamente después de que a Kaworu le explote la cabeza es un plano a las tetas de Mari, porque qué es el tono.

Sobra decir que la diferencia de ejecución es como la noche y el día por motivos que ya he explicado en otras entradas, siendo el episodio 24 uno de los más memorables de un anime que hizo historia, y Evangelion 3.0 una abominación en todos los sentidos; pero narran la misma historia general.

No hacía falta sacar la bola de cristal para anticipar que esta cuarta y última película iba a ser el equivalente o bien a los episodios 25 y 26 de la serie o a End of Evangelion, la película que cerró la saga original. Pese a que era francamente difícil que consiguieran sacar a Rebuild del hoyo en el que se había metido, sí había interés en cuanto a qué tipo de final iba a tener. Al fin y al cabo, la Evangelion original tuvo dos finales opuestos pero lógicos con respecto a lo planteado anteriormente.

Por desgracia, el camino escogido ha sido el más fácil posible: no se ha limitado a copiar la estructura de End of Evangelion, sino que ha calcado su temática y su resolución (Shinji aceptando la interacción humana y rechazando el plan de fundir a la humanidad en un solo ente de su padre) pese a no tener ni el trasfondo para que tenga sentido ni el valor para ofrecer algo nuevo que cambie de perspectiva con respecto a la historia base, algo que paradójicamente la original ya estaba ofreciendo con respecto a la serie.

Aun así la película suda sangre para convencerte de lo contrario de formas casi sonrojantes. Su gran baza para parecer diferente a End of Evangelion es poner en relieve la temática de las relaciones paternofiliales, algo mucho más presente que en esa cinta y que se representa de varias formas: el hecho de que Hikari y Suzuhara son padres, el tipo de relación que Kensuke y Asuka desarrollaron durante el salto temporal, el hijo al que Misato abandonó por algún motivo incomprensible, y todas las escenas entre Gendo y Shinji hacia el final de la película; es un tema que ocupa una parte importante de la infladísima duración de la cinta. Sin embargo, al igual que tener a un borracho en tu historia no implica que trate sobre el alcoholismo, que lo hagan más notorio no significa que tenga ningún tipo de profundidad.

En la serie original, los paralelismos entre Shinji y Gendo son notables desde su inicio respecto a cómo interactúan con el mundo. Es bastante evidente que Shinji a menudo evita mirar a los ojos a sus interlocutores y trata de poner una distancia física entre ellos, pero Gendo hace lo mismo de forma más sutil, mirando a través de sus gafas tintadas y hablando con los demás —especialmente con Shinji— a través de cristales o desde detrás de su escritorio. De cara al final esto se hace más y más evidente, sobre todo cuando demuestra la misma cobardía que su hijo mandando a Ritsuko en su lugar a una reunión con SEELE en la que la desnudan y la humillan para evitar tener que asumir responsabilidad por sus actos y afrontar sus propios problemas.

Eso sí, ¿y lo chulo que es el visor que lleva Gendo en estas películas? Parece un X-men, yo también quiero ir así por la vida.

Evangelion 3.0+1.0 no necesitaba tener a Gendo dedicando un soliloquio a contar cómo fue su infancia como si esto fuera un telefilm alemán de Antena 3 para que me dé cuenta de que se parece a su hijo. Y no tiene sentido inventarse ahora que Misato tuvo un hijo durante el salto temporal cuando no vas a hacer nada relevante con él y no tiene ningún sentido que ella lo abandonase en esta continuidad donde hay cataclismos cada cinco minutos.

También he leído a bastante gente que defiende el final de la película porque aquí “por fin Shinji es feliz”, aparentemente a diferencia del episodio 26 de la serie y del final de End of Evangelion. La idea es bastante convincente, ¿no? Al final de 3.0+1.0 hay música relajadita y los colores son más bonitos que el rojo sangre repugnante de toda la sección central de la peli. Digo yo que si visualmente es menos desagradable significará que está más contento o algo, ¿a que sí?

Obviando que el Shinji original tristemente no tenía la capacidad de sacarse de la chistera un mundo ideal en el que no existían los EVA y donde podía tirarse a la tía con más delantera que conocía como el de Rebuild, no creo que los finales originales fueran más tristes. Por si a alguien se le ha olvidado, el episodio 26 termina con todos los personajes principales aplaudiendo a Shinji y felicitándole. Sí, aceptó la instrumentalización humana y ahora todos forman parte de una matriz universal, pero acabó con el dolor que la interacción interpersonal le causaba a él y en el fondo a todos los personajes. No es un final heroico, pero es indudablemente feliz y coherente con la serie.

Enhorabuena, ha ganado usted un apartamento en Torrevieja.

En End of Evangelion vemos la otra cara de la moneda, y Shinji rechaza la Instrumentalización humana porque llega a la conclusión de que desechar la individualidad es huir de sus problemas, y hay aspectos positivos a relacionarse con otros. De forma muy apropiada, en la escena final se encuentra en la orilla de un mar de esa matriz universal junto a Asuka, la persona con la que de forma muy vehemente quería estar durante la primera mitad de la película y con la que había llegado a entenderse de tú a tú.

Esa escena, que ya es un icono de la historia del cine, consigue ser muy emotiva y catártica sin tener apenas diálogo: Shinji estrangula a Asuka como hizo cuando ambos estaban en la matriz universal para probar los límites de la individualidad —además de ser algo que va en línea con mezcla de cariño, atracción sexual y pulsión tanática de la relación entre ambos— y ella lo acaricia de la forma en la que su madre lo hizo en una escena anterior, ante lo cual la suelta. Él empieza a llorar, y Asuka lo mira de reojo y suelta un casi cómico “qué asco” que cierra la película. Es un final menos alegre y más abstracto que el de la serie, pero explora otra posible resolución al problema que la historia plantea y en el que Shinji, de nuevo, llega a una conclusión con la que está satisfecho.

Estos son ejemplos de lo que se llama, llamadme loco, un buen final para una historia. Imagino que para el final de Rebuild se dieron cuenta de que no había una historia en primer lugar, así que el camino a seguir era copiar mal el final de End of Evangelion: Shinji rechaza la Instrumentalización humana porque… ¿por qué no iba a hacerlo? Si el malo era Gendo y estaba intentando que ocurriese, él tendría que estar por lo contrario, ¿no? Invirtiendo en Vidacoins. También, gracias a su fuerza de voluntad o algo, consigue crear el mundo de un fanfic romántico de Evangelion, en el cuál no existen los robots y donde es novio de Mari, una chica con la que solo tiene dos interacciones anteriormente y ninguna de ese nivel. La verdad es que no culpo a Shinji, Mari tiene:

  1. Tetas gordas
  2. Gafas
  3. Coletas
  4. Ciudadanía británica

El hecho de que escogiera a Mari es probablemente lo más coherente de todo. Yo sé que hubiera hecho lo mismo, no os voy a mentir. Pero por lo demás, el final, al igual que la película en su conjunto, es como una parodia socarrona de End of Evangelion que no demuestra otra cosa que la rampante bancarrota creativa de Hideaki Anno. De acuerdo a entrevistas con este iluminado, la idea detrás del final de esta última peli ha sido impulsar a los fans a salir de Evangelion y lanzarse a la vida, lo cual me parece cínico, condescendiente y bastante insultante, considerando que la opción más sencilla para lograr eso hubiera sido no producir una serie de —en palabras de Tsurumaki— “no-remakes” que han tenido nueve años en vilo a un público que esperaba ver algo original en la última entrega. A lo mejor es él quien necesita salir a la calle y tocar el césped, pero se cree el ladrón que todos son de su misma condición.

Se suele decir que de la magnanimidad tiene monopolio el poderoso, porque el que ni pincha ni corta difícilmente puede ejercerla. Escuchándolo hablar de los otakus en relación a esta película creo que a Anno se la pone dura la idea de erigirse como una figura paterna que deja marchar a los seguidores de su obra y les abre el mundo, que se cree alguien por haberse hecho de oro gracias a la adicción a las tragaperras de miles de mandos intermedios de empresas japonesas. Está claro que con la mentalidad que demuestra a día de hoy no habría sido capaz de escribir una historia sobre la empatía como la de Neon Genesis Evangelion, así que por el bien de su reputación creo que debería haber cejado en su empeño desde el inicio.

Pese a lo abismalmente mala que es Evangelion 3.0, bastante peor que esta nueva película en cualquier frente, me decepcionó menos, ya que presentaba un escenario muy diferente al material original y daba esperanza a que esto tomara un cariz distinto. Sin embargo, 3.0+1.0 ha dejado en evidencia que el rey estaba desnudo y que Rebuild ha ido en control remoto, no ofreciendo ningún cambio de perspectiva que apoye, aporte, corrija o contradiga lo que fue Neon Genesis Evangelion. Ha resultado ser poco más que una versión dolorosa el mismo marco argumental sin intención de dejar más huella que la del dinero en el bolsillo del estudio Khara. Ya era marxiano antes de ver esta película, pero creo que ha sido una excelente demostración de que la historia primero sucede como tragedia y después se repite en forma de farsa.

Anno y Tsurumaki tienen suerte de que este sea un blog civilizado, de otra manera los convertiría en el incluyente remake homosexual de Luis XVI y María Antonieta. Creo que me conformaré con cincuenta latigazos esta vez. Sesenta, por no haberle dado un papel a Kaya-tan.

Pagadme el psicólogo aquí, siento que lo voy a necesitar.


Pero suficientes lloriqueos sobre películas de dibujos animados. Para terminar de coronar esto, la semana que viene voy a hacer algo mucho más divertido: poner en evidencia a Rebuild of Evangelion comparándola con la nueva versión de Higurashi que está en emisión en estos momentos, para intentar demostraros con ejemplos que incluso cuando estás haciendo una secuela tardía cuestionable y que nadie pedía puedes tratar de no burlarte de tu audiencia y hacer algo que complemente al material original.

Así que cual adaptación de la última novela de una trilogía distópica adolescente, voy a partir esto por la mitad y despedirme hasta el próximo día. Au revoir, mes amis.

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