Análisis

Pero ella no dijo que no

Advertencia de temática: agresión sexual, spoilers de Shoujo Kakumei Utena


Hace poco escuché el análisis de Trixie de Ygg Studio sobre Ninja Scroll, todo un clásico del anime de casquería, y recomiendo su vídeo a quien le interese. Tiene un punto de vista similar al mío y disecciona muy bien por qué la visceralidad de la película nos resulta tan fascinante a nivel estético, más aún cuando la historia que cuenta es bastante… cuestionable. Esta visceralidad no sólo está presente en sus innumerables escenas de violencia extrema, sino en sus (comprensiblemente) polémicas escenas de violación a la deuteragonista, que la autora del vídeo defiende bajo el pretexto de que caracterizan muy bien al personaje violador por la manera en que se realizan. Aunque creo que tiene razón y me parece que casan con el estilo eroguro general de la obra, opino que sirven de muy poco narrativamente para la chica violada, a la cual la película reifica y trata a puntapié de principio a fin pese a ser un personaje de mucha más importancia en la trama.

Rebuscando en mi memoria representaciones con más sensibilidad de violencia sexual en anime se me vienen a la mente la adaptación de Midori, que la usa para evidenciar la escala de opresiones dentro de un grupo de personajes excluidos de la sociedad, o cómo en Kite sirve para reforzar lo inescrutable que es la protagonista y su relación con su círculo durante buena parte de la peli; en ambos casos sin dejar de pintarlo como algo completamente reprobable. Sin embargo, la que ha usurpado una parcela de mi mente desde que la vi y soy incapaz de sacarme de la cabeza es la que ocurre en el episodio 33 de Utena, la chica revolucionaria.

Lo que sucede en ese episodio de Utena no destaca por ser especialmente gráfico ni sórdido, sino más bien por todo lo contrario. Consigue ser extremadamente desagradable sin representar de forma explícita lo que pasa, transmitiendo la incomodidad de la situación con tacto y sin efectismo. Lo que en los primeros minutos parece un capítulo anodino recapitulando lo que ha ocurrido durante el último arco argumental con algunas escenas nuevas va tomando progresivamente un color bastante diferente.

A lo largo del episodio vemos cortes de Utena en una habitación desconocida, hablando con un interlocutor que no responde. Pese a que habla de forma normal se nota que está nerviosa, estirándose y moviéndose de forma errática por la habitación; y al fijarnos su diálogo resulta bastante extraño, hablando de cómo le gustaría que Anthy estuviera con ellos y poniendo excusas absurdas como haberse dejado un trozo de pan fuera como pretexto para poder volver a casa, sin obtener ninguna respuesta.

Es un poco incómodo que no deje de estirarse durante la toda la «conversación»

En el siguiente corte se hace evidente que estamos viendo la situación desde los ojos de su agresor, y ambos se ponen a jugar al Go mientras ella sigue hablando en círculos sin recibir contestación y buscando alguna complicidad en su mirada. Aunque el diálogo de Utena sigue evadiendo la situación en la que están, mientras le habla de cocina menciona cómo “una vez que estropeas una comida es imposible de arreglar”, incitándole no muy sutilmente a dejar la situación estar antes de que haya consecuencias. Sin embargo, lo último que vemos de este corte es cómo las fichas de él han atrapado por completo a las suyas: en el juego que está urdiendo no tiene posibilidad de escapar.

Todo esto culmina en un primer plano de Utena donde, pese a mostrarse poco más que su cara, se nota que está sobre la cama de la habitación. Incluso con su acompañante encima suya, Utena evita por completo el contacto visual y sigue buscando cualquier pretexto para empezar una conversación en lugar de tener relaciones con él, hablando de las cosas que tiene por casa, de qué va cocinar al día siguiente, y de cualquier cosa con tal de escapar mentalmente de la situación. Escupe cualquier pensamiento que le ronde por la cabeza con la esperanza de hacerle parar, sin obtener ni una sola respuesta.

Esta última escena es particularmente desagradable porque, pese a que sólo vemos su cara, los animadores supieron representar sus expresiones de angustia a la perfección, mostrando su indefensión a través de los ojos del que le estaba causando ese dolor, y durante todas estas escenas no hay ningún recurso extradiegético que modifique en un sentido u en otro la carga emocional, sólo su voz y sus expresiones. El medio escrito no es el mejor para describir esto, así que os animo a volver a ver la escena para apreciarlo. Quizá no es sorpresa que el encargado de los storyboards de este episodio no fue otro que Mamoru Hosoda, a quien casi todas conoceréis como uno de los directores de anime más populares en Occidente, y que creo que aquí estuvo sembrado.

Lo más llamativo de la violación que ocurre en este episodio es que, a diferencia de la inmensa mayoría de las representadas en ficción, no ocurre mediante el uso de la fuerza sino de la coerción, sin que medien amenazas ni manipulación verbal directa. Utena nunca dijo que no, pero tampoco que sí. Esto no impidió a su agresor actuar aprovechándose de su posición de poder y de su influencia personal pese a que desde su punto de vista —el mismo que vemos como espectadoras— era evidente que ella no quería tener relaciones con él. Es un tipo de insidia muy poco representada pese a ser el pan de cada día, y que tristemente muchos ni considerarían una agresión sexual, a juzgar por las ironías tanto se han repetido sobre “tener que ir al notario para follar” ante la aprobación de la Ley del “sólo sí es sí” en España (actualmente bloqueada junto con la Ley Trans y la Ley de Vivienda por nuestro ultraderechista Consejo General del Poder Judicial, todo sea dicho).

Estas escenas centradas en Utena sólo componen parte del episodio, y están intercaladas con otras no menos interesantes que se centran en la otra cara de la moneda: su agresor, Akio Ohtori.

Es verdaderamente difícil minimizar el nivel de control que Akio tiene sobre Utena. Es el director del instituto en el que se desarrolla toda la acción, y se había presentado ante ella como una figura de autoridad amistosa y confiable; es el hermano mayor de Anthy, la mejor amiga e interés romántico de Utena; y en ese punto de la historia ambas se han ido a vivir con él de prestado. Y a nivel personal tampoco le faltan virtudes: es una persona tranquila y agradable, con mucha labia y de la que ella se había enamorado. Utena buscaba un tipo de afección que él no estaba interesado en darle, y cuando se ve atrapada en una situación que ella no busca pese a tener sentimientos por él no sabe oponer resistencia.

Por supuesto, para Akio todo esto es un martes cualquiera. Él no sólo ejerce una influencia de este calibre y con tintes sexuales sobre ella, sino sobre la mayoría de personajes principales, incluyendo a su propia hermana o a estudiantes masculinos como Touga o Saionji. Se le da extraordinariamente bien manipular a adolescentes para sus intereses y mantenerse siempre, siempre en control.

En las escenas protagonizadas por Akio en este episodio, conduce su descapotable rojo por la autopista infinita por la que ha llevado a otros estudiantes en episodios anteriores, pero estando aparentemente solo esta vez. Mientras conduce, habla con un programa de radio dirigido por las chicas que suelen hacer de coro griego en la mayoría de los episodios, donde se jacta de tener un segundo trabajo aparte del de profesor. Las chicas le preguntan si eso no es ilegal, a lo que responde que «no pasa nada mientras no le pillen». A continuación, desde el programa le hacen dos preguntas tipo test: «qué es eterno» y «qué es un milagro» (con opciones hilarantes), ambas cuestiones recurrentes en la trama y que Utena se ha planteado en conversaciones con él, y en los dos casos Akio ignora la pregunta para contestar otra llamada, dejando entrever que a lo que a ella le aflige tampoco le importa demasiado. Tras responder a la otra llamada pisa aún más el acelerador mientras vemos repetidamente «stop» escrito en kanji sobre la calzada. Por supuesto, él no estaba dispuesto a parar.

Una captura del episodio 25. Vaya, me pregunto qué parte de su anatomía simbolizará el coche.

En la última escena del episodio, Akio recibe otra llamada desde el coche, en este caso de su hermana Anthy. Ella le dice que está en el planetario, a lo que él contesta que no hay motivo para hacerlo en una noche tan bonita, y ella responde que «no quería ver las estrellas de verdad», dejándose caer que sabía y posiblemente fue cómplice de lo que su hermano iba a hacerle a su amiga, si bien parece disgustada por ello. Por primera vez en el episodio, vemos que en el asiento de copiloto está sentada Utena, a la que Akio sonríe dulcemente mientras que ella evita mirarlo, inexpresiva.

Después de ver su confianza traicionada por las dos personas con las que vive y a las que aprecia, el estado mental de Utena es de desconcierto absoluto, y no les culpa ni rompe su relación con ellos. Este es quizá el momento de desarrollo de personaje más determinante que tiene en la serie; a partir de entonces se vuelve más taciturna y su forma de comportarse con ellos cambia, pero nunca asume la gravedad de lo que ha pasado ni se da realmente cuenta de que ha sido violada. Como en muchos de los casos que conocemos, intenta reconfigurarlo para pensar que hubo consentimiento, algo que Akio refuerza empezando desde esta última escena.

La manera de actuar de Akio durante la serie merecería su propio análisis en el que tampoco quiero meterme en esta entrada, pero quizá lo más inquietante de él es que, incluso como antagonista de una serie surrealista y altamente alegórica como esta, sus acciones y sus objetivos tampoco están muy alejados de los que tienen personas no difíciles de encontrar en el mundo real. Alimenta su vanidad y tapa sus propias heridas usando a gente a la que por posición, edad y sofistería le es fácil manipular, siendo paradójicamente o no una persona bastante infantil en el fondo.  

La forma en la que está presentado este episodio pone mucho menos énfasis en el acto sexual en sí y en su lugar se enfoca en el estado mental de los personajes y en la manipulación sutil en unas circunstancias tan repulsivas, algo que la mayoría de guiones que tratan esto ni siquiera intentan y los que lo hacen creo que no lo suelen conseguir de forma tan efectiva. Y más allá de por lo bien planteado que está y la forma con la que trata la situación, me gusta mucho cómo este capítulo marca un cambio de rumbo para el resto de la historia. A partir de ese momento, Utena detiene su idealización de Akio; y si bien no comienza a antagonizarlo abiertamente hasta el final de la serie, la relación de ambos empieza a ir en la dirección opuesta a la que iba dirigida. La revelación en el episodio 34 de que él era el príncipe que marcó su vida cuando era niña causa muy poco impacto en ella porque, al igual de la comida estropeada que pone de ejemplo, su confianza ya era irreparable. También enrarece aún más la ya complicada relación que tiene con Anthy, que a pesar de conocer los aspectos más inhumanos de su hermano no deja de apoyarlo por los que cree sus propios intereses.

Es un giro impactante pero narrado con sensibilidad, y encamina muy bien a la trama a su arco final. A pesar de que me dejó bastante tocada la primera vez y de que me ha incomodado volver a verlo para este análisis, me parece de los momentos más interesantes de un anime excepcional. Imagino que las que hayáis leído hasta aquí ya habréis visto la serie, pero en el caso de que no, no puedo recomendarla lo suficiente.


Espero que hayáis disfrutado de esta entrada. Siempre he querido analizar episodios individuales de animes que me gustan, pero como sabéis soy una campeona de la procrastinación. Si os gusta este tipo de contenido decídmelo en los comentarios, y recordad que tenemos una cuenta de Ko-fi desde la que podéis financiar nuestra futura fianza para cuando nos inviten a grabar un podcast en el Tribunal Supremo. ¡Hasta pronto!

4 respuestas a “Pero ella no dijo que no

  1. Muy interesante el análisis en cuestión, sobre todo cuando abordas el consentimiento en este tipo de situaciones donde la víctima no sabe cómo decir que no, ya sea porque el hecho en sí se desarrolló en un contexto de coerción como tal, o también si la víctima permite ello porque su personalidad ha sido moldeada y aprovechada por su abusador para tal fin grotesco, toda vez que este tipo de agresiones se suscitan -por lo general- en la clandestinidad. Me es agradable ver cómo el enfoque de género no tiene por qué manifestarse solo en los campos de la sociología, el derecho o psicología, sino también, en otros medios como lo son el anime y películas, etc.
    Añadir finalmente que cuentan con mi apoyo para el análisis a futuro de episodios en concreto donde aborden temas como este, me ha encantado.

    Le gusta a 1 persona

    1. Ay, muchas gracias ❤ Me alegro de que te haya resultado interesante… desde que vi Utena el año pasado no he podido dejar de pensar en este episodio.
      Creo que haré más entradas con este formato en el futuro ⭐️

      Le gusta a 1 persona

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