- Explicar las cosas con calma y serenidad es un privilegio. Si esta fuera una publicación sensata y con visión de negocio, este artículo habría salido hace tres meses, pero no cayó esa breva. En la revista CTXT tienen el (“no te pongas”) estupendo eslogan “orgullosas de llegar tarde a las últimas noticias”, pero en mi caso el flematismo y el sosiego suelen ser eufemismos para la indolencia y la vagancia. Así que ahora que nadie me escucha, vayamos poquito a poco.
- Bocchi The Rock es un anime de otoño. Como el nombre de esta humilde publicación sugiere, la serie es sin duda una de las favoritas de Dios. El otoño es la menos subóptima de las estaciones: tiene el clima más soportable de este terruño, los días se acortan considerablemente (menos papeleo) y además cumplen años los escorpios, conjunto en el que se encuentran todos los villanos decentes, conjunto en el que se encuentra una servidora. Si seguimos, hacemos dendrocronología del diagrama de Venn.
- Tenía muchas ganas de ver Bocchi The Rock desde que le eché el ojo entre las series de la entonces flamante temporada, ya que a) Yoshino Aoyama (Yoppi) de las Wake Up Girls, una actriz de doblaje que me encanta, iba a tener su primer rol principal en años haciendo de la protagonista; b) mi principal juicio a la hora de elegir animes es estético, y de este al menos el diseño de color parecía bonito; y c) pese al disgusto que me llevé al enterarme que la historia no iba de geología (culpemos al título), que lo hiciese de chicas de instituto montando una banda de música me traía recuerdos agradables y expectativas injustas. Además, significaba que seguramente podría escuchar cantar a Yoshino Aoyama (Yoppi) de las Wake Up etcétera.
- La serie fue consumida en tiempo y forma, de acuerdo a los tratados de la Comunidad Internacional y haciendo gala de diálogo, moderación y respeto a la separación de poderes. Terminó de emitirse en Navidad, y antes del cambio de año ya había sido fagocitada, descompuesta y excretada. Fue dulce estéticamente, suave narrativamente y no sentí necesidad de hacerle una crítica marxista demasiado ácida. Como producto cultural, paladeable. Habría sido divertido esperar hasta el seis de enero, tal vez habría formado parte de la epifanía en torno a esta obra y ahora no estaría escribiendo fruslerías troceadas. Pero dejemos los entrantes.
- Bocchi The Rock tiene una media de 8,89 en MyAnimeList, y ocupa el puesto veintitrés en el ranking de la página. Excluyendo secuelas y si decidimos fiarnos del criterio de los usuarios del mayor foro otaku de Occidente (mal negocio), este es el decimoquinto mejor anime que ha parido madre. La inflación, lejos de ser un concepto exclusivo de DeviantArt y del capitalismo financiero, también afecta a las calificaciones del público, así que podemos esperar que la burbuja baje un poco. Lo que es innegable es que ha gustado, y creo que no sin motivo.
- La serie tiene todos los elementos de un anime bueno: chicas lindas, lesbianismo, música ligera, colores bonitos, animación fluida e imaginería interesante. Con un poco menos de lógica circular, confirmamos lo del punto 2.
- La presentación de la serie es muy bonita, y además del color me enamoró el diseño de vestuario de la mayoría de personajes y la forma en la que recurre a elementos más allá de la animación 2D para construir sus escenas, usando papel maché, plastilina e incluso acción real. Definitivamente copia el libro de estilo del estudio Shaft, pero sin que se note mucho, no sea que le pille la profe. Las redactoras de Sakugablog ya se han encargado de diseccionar el anime a nivel técnico en artículos muy interesantes, así que lejos de hacerles intrusismo laboral me remito a mi campo de estudio: las chicas de anime.
- Los animes costumbristas con chicas de instituto dedicándose a una afición específica sufrieron una crisis de sobreproducción hace unos años, y diría que el formato está de capa caída. En este, la mayoría del elenco es arquetípico y aunque tiene momentos buenos, es de gama media y decente relación calidad-precio. El éxito de Bocchi The Rock tiene que ver con su protagonista.
- No me es difícil entender la infatuación con Bocchi entre quienes somos neurodivergentes. Bocchi es la teofanía de la criatura del autismo. Más o menos como yo, según la morena a la que hago infeliz. Es alguien muy identificable para cualquiera con ansiedad social, un perfil no demasiado inusual entre quienes vemos dibujitos. El motivo por el que esta serie ha tenido éxito es el mismo por el que lo tuvo WataMote, serie que me encantó cuando estaba en el instituto. Pero hay una diferencia: Bocchi, pese a ser música en ciernes, chirría menos.
- Más allá de sus problemas, Tomoko de WataMote no era muy buena persona, y se busca bastantes de los problemas que le pasan. Era humor identificable, pero también era humor de vergüenza ajena, y he leído a no poca gente a lo largo del tiempo a la que le ha sido imposible disfrutar la serie por ser demasiado incómoda. Bocchi The Rock no odia a su protagonista. A lo mejor hasta la quiere de más. Desde el inicio de la serie le caen del cielo amigas que la aceptan y no pasa por ningún trance demasiado incómodo. Por si fuera poco, su familia la quiere, toca muy bien la guitarra, y no tiene defectos más allá de su incomodidad social. Quizá estoy demasiado habituada a mirar al abismo, pero es un acercamiento que me gusta menos. No sé si podría decir que WataMote es un mejor anime sin poner la boca chica, pero es fácil entender por qué una fue conocida y otra ha sido un bombazo.
- WataMote salió en 2013. No me acordaba, supongo que es un doble testimonio de mi senilidad incipiente. Bocchi The Rock salió a finales de 2022, pero por su temática y formato, bien podría haber salido en 2013. Si hay obras que nacen adelantadas a su tiempo, esta lo hizo un poco a remolque, y es lo que más me desconcertó de su éxito. Abro el segundo decálogo.
- Bocchi The Rock adapta un manga de yonkomas, ese formato de tiras cómicas de cuatro paneles que acaban con una presunta gracieta. Por si alguien no conoce el fenómeno, la estructura viene a ser un “¡pim!, ¡pum!, ¡zas!, ¡je!”. Más o menos como las preguntas parlamentarias del PP. Es un formato divertido, pero que rara vez se usa para desarrollar tramas interesantes por sus propias limitaciones. También lleva a que, si se adaptan de forma muy literal a un formato de anime de veinticinco minutos, no es difícil que cada episodio se vuelva cansino en los primeros diez. Más o menos como leer Aki no Anime.
- Esto no quiere decir que no se pueda crear un anime excelente a partir de un manga de yonkomas. Parte de por lo que Lucky Star sigue recordándose como de las mejores del género es por dedicar sólo los primeros quince minutos de cada episodio a adaptar el manga, dejando los últimos ocho a la sección de Lucky Channel, un programa de humor metaficcional sobre la propia serie protagonizado por Hiromi Konno y Minoru Shiraishi haciendo de sí mismos. Esto no sólo casa con el espíritu de la obra original, sino que evita que el formato sea repetitivo y los episodios difíciles de tragar. Otro ejemplo es K-On, la serie universalmente comparada con Bocchi The Rock, que inventa muchísimo más de lo que adapta. La primera temporada, de catorce episodios, sólo cubre dos tomos del manga, mientras que la segunda, de veintisiete episodios, cubre otros dos. K-On acaba como poco menos que un anime original, siendo la mayoría de lo que la hace excelente un fanfic de Reiko Yoshida y Naoko Yamada. La cuota yonkoma de K-On está tan diluida que es natural con el resto del guion.
- Léase punto 3, “expectativas injustas”. Sumimasen. Léase también punto 5, “decimoquinto mejor anime”. La púrpura tiene brillo y peso.
- Esta serie lo intenta, sería injusto decir lo contrario. La mayoría de recursos estéticos variados que se utilizan son para hacer que cada chistecillo sea diferente y que por medio de la animación el conjunto sea menos repetitivo, y hasta cierto punto creo que lo consigue. Además tiene una ventaja enorme con respecto al manga, ya que en una historia sobre música el formato audiovisual juega a su favor. Me encantaron los dos conciertos que hay en la serie, y mentiría si dijese que no escuché bastantes canciones de Kessoku Band durante la semana después de acabarla.
- El guion, sin embargo, se quedó por el camino y es mucho más mediocre que el de cualquiera de los animes mencionados. Tiene una serie de problemas que supieron resolver animes de hace quince años pero que no se ha molestado en atajar. En el fondo lo entiendo, con colores bonitos y recursos interesantes es más fácil convencer a la gente de que se vea algo, y sería hipócrita quejarme por esto cuando me niego a ver cualquier anime que me parezca feo. Además, para gente afectada por el déficit de atención de TikTok creo que puede ser bastante más llevadera que K-On. No creo que sea el caso de quienes os tragáis esto, eso sí.
- Lo de que me parezca viejuna bien puede ser una falacia de los sentidos. Quizá simplemente es el referente iyashikei de una nueva generación y me cuesta entenderlo. A lo mejor me estoy quedando atrás.
- Quizá el anime nunca cambia. Sí, creo que puede ser eso. El primer anime documentado se hizo en 1907, y consiste en un chico que escribe «imagen en movimiento» en una pizarra, se da la vuelta y se quita la gorra. Y desde entonces, creo que se ha mantenido más o menos igual. Como soy de izquierda transformadora, a veces tengo la tentación de pensar que la vida consiste en salir en fila de uno cada cinco años, poner los brazos en alto, anunciar una nueva marca electoral y hablar de la esperanza y la confluencia y la cultura y el diálogo. Pero a lo mejor la vida es como el PSOE. Ciento veinte años de lo mismo.
- Aun así, me gusta un poquito Bocchi The Rock.
- Especialmente Kita-chan.
Intentando citar a Lenin, Valtonyc dijo en 2014 que el pueblo sólo necesita “pan, trabajo y agua”. De momento en Aki no Anime tenemos trabajo (no remunerado) y podemos beber agua (de los charcos). Si queréis ayudarnos a alcanzar la tríada del Estado del Bienestar, considerad pagarnos el pan dejándonos un donativo en Ko-fi.
Y si por algún motivo os apetece seguir leyéndome, tengo una cuenta en DeviantArt donde publico fanfics eróticos, y si me sobornáis lo suficiente, podría hasta escribir uno de Bocchi The Rock. Que disfrutéis de esta semana de santidad, abnegación y regocijo.