A menudo se suele decir que el anime de los noventa era vastamente superior al que se produce en la actualidad. A pesar de que no estoy de acuerdo con esa afirmación, entiendo por qué es una opinión tan recurrente; y ese motivo se llama «filtro». Con el paso de los años, la memoria colectiva va filtrando lo más importante, hasta el punto de que normalmente sólo recordamos lo mejor o lo más relevante de una etapa. Y en esta ocasión, os traigo la reseña de una de estas joyas que ha trascendido a lo largo de los años (si bien siempre ha sido bastante eclipsada por haber salido en la misma temporada que «Cowboy Bebop») y que a pesar de tener un planteamiento no muy original, va desenvolviéndose hasta conformar el mejor Shonen de acción que he visto. Bienvenidos a mi review de Trigun.
Trigun fue un anime producido por el estudio Madhouse, en el año 1998. Este estudio es uno de los más longevos en la animación japonesa, lleva publicando series, películas y OVAs desde los años setenta, y ha tocado todos los palos en cuanto a géneros, yendo desde el thriller en «Death Note», por el surrealismo en «Yojouhan Shinwa Taikei», el terror psicológico en «Perfect Blue» o por el medio porno en «Highschool of the Dead».
La serie fue uno de los primeros trabajos realmente relevantes del estudio, siendo una adaptación incompleta del manga de Yasuhiro Nightow. Más bien, de adaptación del manga tiene poco, ya que en sus veintiséis episodios de duración tan sólo cubre el manga original de veinte capítulos, y una minúscula parte de su secuela, «Trigun Maximum», que terminó de publicarse en 2007. Sin embargo, a diferencia de muchas adaptaciones de este estilo, Trigun no corta por lo sano y le dice al espectador «si quieres más te lees el manga», sino que cuenta con un final propio muy satisfactorio, que en mi opinión incluso supera a la parte canon de la serie.
Este anime abre con una escena en un bar semejante a uno del lejano oeste, donde la conversación entre dos mercenarios nos cuenta la historia de Vash la Estampida, apodado «el Tifón Humanoide», un forajido legendario culpable de la destrucción de ciudades enteras y al que se le achacan asesinatos y delitos de todo tipo, con una recompensa por su cabeza de sesenta mil millones de doble dólares (desgraciadamente esta no es una moneda real, así que tendremos que confiar en que es mucha pasta), mientras el propio Vash escucha la conversación desde la barra. De repente, un bumerán gigante parte el bar por la mitad para confirmarnos que no estamos en el lejano oeste, mientras un grupo de cincuenta hombres dispara hacia el bar con ametralladoras, dejando por casualidades de la vida tan sólo en pie la barra se encontraba Vash, que saca su revólver y apunta a los atacantes. Esta escena inicial es impresionante, ya que consigue establecer perfectamente el universo de la serie y la situación del protagonista en unos escasos dos minutos y con unas pocas líneas de diálogo, algo que muchas no consiguen representar en todo su metraje.
Y de esta manera comienzan las andanzas de este viajante, que se verá acompañado a partir del episodio inicial por Meryl y Milly, dos empleadas de una aseguradora que buscan a Vash para vigilarlo e intentar evitar que se produzca más destrucción a su paso. La trama inicial de la serie es muy episódica y centrada en el humor por encima de cualquier otro aspecto, donde se muestra el paso de Vash por distintos pueblos, y se mantendrá así hasta prácticamente la mitad de la serie. Este aspecto puede echar para atrás a muchos, pero el atractivo de la serie radica en su descubrimiento más que en su trama. A lo largo de estos capítulos se enriquece mucho en universo en el que se sitúa, hasta que descubrimos que ni siquiera se sitúa en la Tierra, sino en el planeta Gunsmoke, colonizado por humanos. Tampoco es que esto hubiese sido muy difícil de descubrir, ya que desde la misma opening vemos dos soles y cinco lunas, algo que aquí no es muy normal.
Además del descubrimiento del mundo, este arco también nos descubre a su protagonista. Al inicio de la serie, tenemos la misma información de Vash que las chicas, que tan sólo conocían su fama de asesino, y nos encontramos con alguien que representa todo lo contrario, y que más que un destructor, parece tan sólo un tipo con mala suerte que lleva el caos a su paso. En lugar de un forajido, vemos a un tipo despreocupado y con poca seriedad, que detesta la violencia y que predica el «paz y amor» en una tierra donde priman los mercenarios y los asesinatos están a la orden del día. Sin embargo, conforme pasan los capítulos descubrimos que tiene un lado serio y que tiene un objetivo concreto que se desarrollará en su segunda mitad. Lo mejor del personaje es que nunca sabes a ciencia cierta si esta fingiendo o está siendo el mismo, o en que punto termina el cómico y empieza el justiciero. Este tipo de caracterización es simplemente genial, y sabe hacer interesante una trama episódica.

Además de los ya mencionados, en el episodio nueve se nos introduce a Nicholas D. Wolfwood, un sacerdote mercenario (ojo al dato) que viaja vendiendo confesionarios portátiles, y que carga a su espalda una cruz gigante. Esta cruz, que al principio podría parecer una forma de representar el dolor de Jesús de Nazaret, en realidad es un arma gigante que por un lado es una ametralladora y por el otro es un RPG. Al igual que con Vash, nunca sabemos exactamente a qué juega este personaje, y durante toda la serie parece que hay una competición por ver quién es más «badass» de los dos. A diferencia de Vash, Wolfwood sí acepta la violencia, y piensa que el fin de algo justifica los medios para conseguirlo, lo que provoca conflictos entre ambos.
Uno de los mejores aspectos de la serie es sin duda como trata los temas de la piedad y la paz, el precio de la violencia y la dificultad de ambos personajes para seguir sus códigos morales en ciertas situaciones. Sin embargo, Trigun no es una serie moralista, no da grandes discursos sobre estos temas, sino que todo es representado por las acciones de los personajes y sus debilidades. La química que hay entre estos cuatro personajes es fantástica, y sabe manejar muy bien el drama cuando es necesario, hasta el punto de que en los tres capítulos anteriores al último acabé emocionándome, y me considero una persona bastante insensible.

Vash es un «revolucionario a pequeña escala», ya que a diferencia de protagonistas con un código moral similar, como el de Lelouch en «Code Geass: Hangyaku no Lelouch«, no intenta cambiar el régimen mundial, sino que va influyendo en la gente que se encuentra en sus viajes con sus acciones. Esto, a pesar de hacer que su mensaje tenga menos repercusión, hace que tenga que traicionarse mucho menos que Lelouch.
Normalmente, el nombre «Madhouse» va asociado a «animación de diez», o por lo menos así ha sido en la última década. Sin embargo, en 1998 el estudio no tenía los medios que tiene ahora, y la animación de Trigun es un claro ejemplo de esto. A pesar de que no tenía una mala animación para la época, tampoco era de lo mejor por aquel entonces, especialmente si la comparamos con la ya mencionada «Cowboy Bebop» del estudio Sunrise, que trabajando también con «cel animation» (un estilo de animación prácticamente extinto a día de hoy) tenía una animación mucho más fluida y unos mejores valores de producción. Trigun tiene muy poco detalle en cuando a fondos, lo cuál es justificable por otra parte, ya que están en un yermo, algo que se sustituye con unas expresiones muy logradas en los personajes.
En cuanto a las peleas (porque hay bastantes, especialmente tiroteos) hay un poco de todo. Hay algunas muy bien animadas, y otras bastante pobres y con una frame rate peor que mediocre. En general, cuando necesita ser impresionante lo es, y lo es mucho, y cuando no, se deja ir. Se nota bastante una desmejoría en la animación desde el inicio de la serie hasta el final. En uno de los últimos capítulos, podemos ver como el humo del cigarro de Wolfwood no se mueve a no ser que éste mueva la boca, y es simplemente hilarante. Nunca llega al punto de atrocidad de los últimos episodios de «Neon Genesis Evangelion«, pero la bajada de calidad se nota.
Con todo esto, a día de hoy, la serie está completamente obsoleta a nivel visual, una pena considerando su calidad. Pienso que Trigun es una de las series que necesitan un remake, a ser posible por la propia Madhouse, que adapte totalmente el manga con mejor animación. Desgraciadamente, estoy soñando despierto, pero por lo menos mantendré esa ilusión.
Sin embargo, lo que sí se mantiene a día de hoy es su apartado sonoro. Me complace decir que la banda sonora de Trigun es con diferencia una de las mejores que he oído en un anime. Compuesta por Tsuneo Imahori, consigue captar perfectamente la esencia y el tono de la serie, mezclando dentro de una misma canción tonos de guitarra que emulan lo que podría ser la música de una película Western con cambios progresivos a sintetizadores dándole el tono futurista que la serie también posee. Todas las canciones de esta banda sonora se pueden escuchar perfectamente por sí mismas, y no sólo como acompañamiento, siendo las mejores «Scattering Rain», «Fool’s Paradise» o mi favorita de la serie «Never Could Have Been Worse». Este tema es muy representativo de lo que he mencionado anteriormente, y merece la pena escucharse.
No podría hablar de la banda sonora sin mencionar la opening y la ending, las cuales son increíbles. En cuanto a la opening, «H.T.«, nos encontramos con una melodía sin letra que con una guitarra, una batería y un bajo consigue perfectamente su objetivo de preparar al espectador para un capítulo. Además, la animación es simplemente genial, ya que nos muestra la parte más seria de Vash, que contrasta mucho con lo que vemos al inicio de la cinta. Por otro lado, la ending «Kaze wa mirai ni fuku» no tiene una animación ni medio decente, simplemente es una sucesión de imágenes, lo cuál es una auténtica pena, y no hace justicia a la calidad de la canción en sí.
Me entristece que Trigun sea prácticamente el único anime donde Tsuneo Imahori haya trabajado como compositor, ya que hizo un trabajo espléndido e intachable, igualando la labor de otros compositores como Susume Hirasawa, Yuki Kajiura o Hiroyuki Sawano.
Me cuesta bastante describir que es lo que hace a Trigun tan especial, ya que para no incluir spoilers prácticamente no he tocado la segunda mitad de la serie en mi exposición. Como dijo el amigo Bécquer: «hay un abismo entre el mundo de la idea y el de la palabra», así que tan sólo me queda recomendaros efusivamente esta serie, es una obra fantástica, que además de entretenida, con suerte conseguirá hacer algo mucho más difícil que entretener: haceros reflexionar.
Y os aseguro que después de ver la serie querréis compraros unas gafas circulares.
Soy como un cazador de la paz, que busca ineludiblemente la efímera mosca del amor…¡o algo así!
~Vash la Estampida
Puntuación final: 9.5/10
Si buscáis obras similares a Trigun, os recomiendo el videojuego «Undertale«, que como ya sabréis gozó de una gran popularidad el año pasado. Undertale también trata el tema de la piedad, si bien con un acercamiento más directo que Trigun; y teniendo una premisa simple, consigue crear un universo propio con muchos matices y ser una experiencia memorable.
Mi otra recomendación va a ser a ciegas, ya que todavía no he visto la serie en cuestión, y es «Gungrave«. La historia de Gungrave es peculiar, ya que es un anime que adapta un videojuego para la Play Station 2, que en principio iba a ser un videojuego sobre Trigun, que iba a ser llamado «Planet Gunsmoke», pero el proyecto finalmente se canceló y nació esta obra. La historia de Gungrave en su totalidad fue escrita por el mangaka de Trigun, Yasuhiro Nightow, además de que su banda sonora fue compuesta por Tsuneo Imahori, siendo el único anime además de Trigun y Hajime no Ippo donde ha trabajado. Estoy seguro de que como mínimo, merecerá un vistazo.