Aki, aki, aki no hay anime, aki no, aki no (¡no, no, no!).
¡La primavera está aquí, mis estimados lectores! Os deseo una apacible semana y la capacidad de afrontar esta estación con ilusión. Tomando en consideración mi última entrada, parece que he cogido el mal hábito de publicar casi trimestralmente. Intentaré remediarlo, pero a estas alturas infiero que si seguís leyéndonos no es precisamente por nuestra constancia.
Es posible que viendo la trayectoria de mis reseñas hayáis observado que tengo un especial cariño al cine cutre, ese al que los franceses, demostrando ser una civilización por encima de la nuestra, se atrevieron a poner nombre: nanar. Todas esas cintas que, pese a su afán de seriedad, acaban teniendo un resultado más comédico que la mayoría de obras con ese propósito. En el cine de acción real hay ejemplos archiconocidos como The Room o Birdemic, que consiguieron amasar a un público fiel y dedicado gracias a (y no “a pesar de”) su calidad. Pero, ¿existe esta genialidad en el anime?
Esta pregunta es, por supuesto, retórica. Vamos a ver, sólo tenéis que leer mi entrada sobre Danganronpa 3 para constatarlo. Sin embargo, un anime como ese representa tan sólo la capa más somera del mar de putrefacción que es este género. Yo he navegado esas aguas, y a pesar de no ser; por desgracia, insondables, esconden muchas joyas dignas de ser rescatadas.
En definitiva, hoy os traigo una selección de algunos de mis animes nanar favoritos, con intención de comentar qué los hace a mi parecer tan excepcionales, y recomendándoos todos encarecidamente. En esta ocasión, he decidido centrarme en obras añosas, concretamente OVAs que se mueven entre los ochenta y los primeros años de este siglo. Si el tema cala, consideraré hacer una segunda parte sobre anime nanar reciente. Sin más preámbulos, vamos a la manteca.
M. D. Geist y M. D. Geist II: Death Force (1986, 1996)
Los años ochenta fueron una gran etapa para el anime, para algunos la mejor. El modelo de las OVAs funcionaba muy bien: se producían series y películas directas a vídeo con alta calidad de producción, relegando el anime «de batalla» a la emisión televisiva. Gracias a este sistema, que permitía una mayor libertad creativa que el modelo actual, nacieron grandes clásicos del medio, y muchos profesionales se forjaron un nombre. Pero en todas las familias tiene que haber un díscolo, y en este caso fue M. D. Geist.
“Most Dangerous” Geist (no “medical doctor”, bienpensados) fue una OVA de cincuenta minutos ambientada en un desierto post-apocalíptico asolado por bandidos, y protagonizada por un supersoldado, un HOMBRE que se dedica a matar gente. ¿Que por qué mata? ¡Yo qué sé! ¿Es que acaso importa? Nuestro querido Geist, con su cuerpo caucásico escultural se dedica a eviscerar bandidos, civiles y militares de forma casi indiscriminada. La violencia gráfica de estas matanzas es bastante severa, casi pareciendo querer cumplir con el estereotipo que se tenía del anime en esa época.
En su camino hacia el alineamiento caótico-malvado, nuestro querido protagonista es contratado por una milicia que tiene por objetivo acabar con un señor malvado que quiere llenar el mundo de demonios. Tras asesinar a este individuo, la OVA acaba con Geist liberando a los demonios con el único propósito de poder seguir asesinando gente. ¿No es una historia conmovedora?
Y tras diez años de incesante espera, en 1996 llegó la secuela de esta obra maestra: M.D. Geist II: Death Force.
Después de haber creado Shin Megami Tensei en la primera OVA, Geist tiene ahora que enfrentarse a su archienemigo: el supersoldado M. D. Krauser, un hombre azul que vive en una fortaleza y…em…sí, es malo. Y Geist es el bueno. Digo yo. Esta segunda entrega es casi más divertida que la anterior, por cómo está plagada de personajes secundarios intrascendentes y un drama ñoño que da casi risa floja.
Mientras que los valores de producción de la OVA original eran bastante buenos, en la segunda se nota el declive económico noventero, presentando una animación mucho más estática y menos vistosa. Pero bueno, al fin y al cabo no importa, ya que el espíritu de la obra original seguía intacto. La banda sonora de ambas es digna de una película americana de serie B de la época, lo cual acompaña muy bien a la temática de la obra. En general, es un anime tan estúpido en todos los sentidos que me es imposible no recomendarlo, intenta pintar a un psicópata como un héroe de acción sin darle ningún tipo de giro.
En cuanto al doblaje, os voy a hacer una recomendación algo extraña: ver la primera parte en japonés y la segunda en inglés. Ambas están dobladas al inglés de forma bastante cuestionable, pero en la primera OVA Norio Wakamoto, el hombre con la voz más sensual de Japón, dobla a Geist. Escuchar esa voz tan increíble en este papel tan malo es algo digno ser experienciado. Presumo que en la segunda parte no pudieron costear su caché. Una tragedia.
Psychic Wars (1991)
Otro episodio oscuro de la época de las OVAs. Sin embargo, mientras M.D. Geist es recordado por sus “virtudes”, Psychic Wars ha caído en el más triste olvido. Siendo sincero, no es para menos.
Esta cinta nos pone en la piel de Ukyo, un cirujano con más músculos de los que existen el cuerpo humano, que en un fatídico día debe operar a una anciana paciente de cáncer, sólo para descubrir durante la operación que el tumor puede volar y atacarle. Esto no es una broma. Por suerte, nuestro protagonista consigue doblegarlo en una pelea cuerpo a cuerpo; para darse cuenta posteriormente de que su paciente era una acólita en una orden anti-demoniaca, y de que debe viajar al pasado con su novia para evitar la muerte de la humanidad. ¿Os habéis enterado de algo? Yo tampoco.

En alrededor de una hora, esta película contiene todos los elementos característicos de un anime de acción (demonios, viajes en el tiempo, waifus, hombres musculosos, violencia de género, etcétera) siendo capaz de enlazarlos en una trama carente de sentido e imposible de seguir. Por si fuera poco, los valores de producción son casi inexistentes, lo cual por otro lado era de esperar.
Destripar esta genialidad más allá de lo ya expuesto sería un crimen, por lo que prefiero no ahondar más en la cuestión y limitarme a recomendarla encarecidamente.
Battle Royal High School (1987)
¡Battle Royal High School! ¿Qué puede salir mal con un título así? Obviamente todo, pero para ponerle la guinda se trata de un título engañoso: de “Battle Royal” no hay nada, y el instituto tampoco es que tenga un rol muy determinante. ¿Pero tiene garra, eh?
Esta apasionante historia está protagonizada por Hyoudou, el semental más chingón de todo Japón: un chico alto, musculoso, que practica lucha libre de forma semiprofesional y que es un ídolo entre sus compañeros. Sin embargo, no es el único que controla su cuerpo, ya que también es el avatar de un demonio, que se manifiesta cuando es “conveniente” para el guión. De cuando en cuando, lucha con un edgelord que hace las veces de avatar de una reina demonio que quiere acabar con él…y enfrentado a este, a su vez, hay un policía espacial…sí, lo sé. Oigo a vuestros corazones gritar.
La única cualidad redimible de este anime su alta calidad técnica: hay bastantes escenas de pelea, que si bien en su mayoría innecesarias, están bien animadas, y mantienen un nivel interesante de “fanservice” masculino. Sin embargo, ninguna tiene ni pies ni cabeza, ya que el guión parece el de una pelea imaginaria de dos niños de cinco años, sacándose ataques y movimientos de la nada cuando todo parece sentenciado para aferrarse a la victoria a toda costa. En esta maravilla he presenciado bocas de alcantarilla usadas a modo de bumerán, armaduras de quita y pon con el poder de la mente y hasta una chica convirtiéndose en planta carnívora de buenas a primeras.
Estas peleas son viscerales a más no poder, como era lo propio en una obra de este tipo. Sin embargo, a pesar de que este tipo de OVAs no suelen tratar las masacres con muchos miramientos, en pocas he visto tratar el tema con tanta frivolidad. Después de descuartizar a una chica y regenerarla con los poderes que te has sacado del culo, la mayoría de la gente tendría algo mejor que decir que “qué buenas tetas”.

Aunque parezca increíble, el hombre que compuso la banda sonora de esta maravilla fue Shirou Sagisu, el encargado de poner música a animes como Evangelion o Bleach. A diferencia del resto de sus trabajos, este fue una mediocridad absoluta. Tampoco puedo culparlo, ¿vosotros os hubierais esforzado? Yo no.
¿Y sabéis dónde trabajó además Sagisu…?
Garzey’s Wing (1996-1997)
Este anime es una leyenda viva que no morirá mientras mi conciencia tenga la capacidad de apuntar hacia algo. La maestría en el arte surge del tesón y el perfeccionamiento de la techné, pero en ocasiones es necesario el alineamiento de los astros y el favor de los arcanos para crear una verdadera obra maestra. Por suerte para nosotros, con Garzey’s Wing nos fueron conferidas todas esas bendiciones.
Esta obra toma forma como una serie de tres OVAs producida por estudio J.C. Staff entre los años 1996 y 1997, siendo ideada, dirigida y escrita por Yoshiyuki Tomino. Sí, nada menos que el creador y director de la serie original de Gundam y muchas de sus secuelas. Tomino es sin duda uno de los directores más laureados y reconocidos del medio, y resulta increíble a primera vista que pudiese dirigir un anime de estas características, por eso es necesario hablar del contexto.
Garzey’s Wing es un spin-off de Aura Battler Dunbine, una serie que Tomino dirigió a principios de los ochenta. Queriendo ampliar y desarrollar el universo original de la serie, Tomino escribió un guion extenso para un anime de una duración mucho mayor de la que Garzey’s Wing finalmente tuvo, que entre sus tres episodios apenas suma hora y media. No sé qué parte tuvo la culpa de que finalmente la serie tuviera el formato que tuvo, pero está fuera de toda duda que el resultado fue un desastre absoluto.
El ritmo de las OVAs es una locura. En los cinco primeros minutos el protagonista pasa de ser un estudiante en la actualidad a un guerrero legendario en un mundo medieval fantástico sin usar ninguna prolepsis, no ofreciendo ninguna explicación e alejándose de cualquier cosa semejante a una trama. Lo más grave de todo es que ese frenesí no decae en toda la serie, haciéndola incomprensible para el ser humano. Y voy a decirlo directamente: no, ver Aura Battler Dunbine no hace que Garzey’s Wing cobre sentido, no hay escapatoria.
La animación es mala con coraje, como dije antes en los noventa las OVAs perdieron mucho fuelle y esta no fue la excepción. Sagisu compuso la banda sonora de la serie, y como con la serie anterior fue bastante mediocre, si bien algo superior. Si algo he sacado en claro es que este hombre sabe cuándo un trabajo merece la pena y cuándo no.
Si esto fuese todo, sería sólo una mala serie con la peculiaridad de ser “un anime del Tomino”, como dirían en el doblaje castellano de FLCL. Pero no, aún nos queda hablar de su doblaje anglosajón, el principal motivo por el que es recordada.
El doblaje japonés original es del montón. No está mal, los actores hicieron lo que pudieron, pero no es nada remarcable. Sin embargo, el doblaje americano fue un despropósito a la altura de la propia serie: los actores gritan todas las líneas, se traban con los nombres constantemente y la construcción gramatical es hilarante en muchos casos.
Aquí os dejo una pequeña recopilación de escenas localizadas para que podáis disfrutarlo por vosotros mismos, pero os recomiendo encarecidamente ver la serie entera, ya que esto es tan solo la punta del iceberg.
Toda la obra de Yoshiteru Satou (1998-2005)
El hecho de que Mars of Destruction es uno de los peores animes de la historia es casi cultura general. En tan sólo veinte minutos de duración, su forma de copiar descaradamente a Evangelion tocó el corazón de miles de personas. En este mismo blog, el pasado año nuestro compañero Pgskywalker publicó una fantástica reseña que podéis leer pinchando aquí, que me deja bastante poco de decir sobre el asunto. Sin embargo, sentía una obligación moral hablar de esta OVA en el artículo. Sin embargo, ¿me creeríais si os dijese que toda la filmografía de su director es de esa misma calidad?
Damas y caballeros, os presento a Yoshiteru Satou. Esta mente maestra del crimen organizado no sólo nos trajo su archiconocida magnum opus, sino cinco OVAs más de características muy similares. Pero pongámonos en contexto.

Satou no es un miembro de la industria del anime: nunca ha trabajado como animador y sólo ha realizado obras por encargo, lo que explica bastantes cosas. Él es el director de Compile Heart, una empresa de desarrollo de videojuegos que decidió promocionar sus productos realizando adaptaciones incompletas de éstos al anime con el fin de generar interés.
Satou fue el encargado de la dirección de todas estas adaptaciones, entre las que se incluye Mars of Destruction, y me cuesta imaginarme no sólo cómo no le echaron después de la primera adaptación, sino por qué le permitieron realizarlas durante años sin que nadie levantara una ceja.

Los animes dirigidos por este sujeto exudan maestría en el mal hacer. Usan fotogramas estáticos como forma de animación, abusan del 3D de forma constante y sus diseños de personaje no se distinguen más allá de “chica del pelo ocre” o “chica del pelo rosa”. Por si fuera poco, a nivel argumental, presentan dos variantes: o ser una copia descarada de algo ya existente; o no tener ningún sentido. Os animo a verlos en el amor y compañía de vuestros seres queridos y apostar por una de las dos opciones antes de ver la OVA en cuestión. A lo mejor de esa manera se hacen casi disfrutables.
Desde 2005 no ha vuelto a deleitarnos con otra de sus obras, pero estando la industria tal y como está a día de hoy, creo que no hace falta.
Una respuesta a “Cinco animes nanar que recomiendo”