Enviado Especial a Pandemónium

Enviado Especial a Pandemónium — The Rapeman

¡Salutaciones, mi estimada audiencia! Hoy es un día de regocijo. Tras el triunfal regreso de nuestro redactor jefe la semana pasada me toca traeros una otra noticia. Parafraseando a nuestro huidizo rey emérito, me llena de orgullo y satisfacción presentar una nueva sección en Aki no Anime muy apropiada para el mes de agosto: Enviado Especial a Pandemónium. Como su nombre indica, en esta serie de entradas seré vuestro corresponsal en el infierno, ya que como todas sabemos hay animes…muy peculiares. Animes que con independencia de su calidad o falta de ella resultan inquietantes, retorcidos, macabros y muchas veces deliciosamente diabólicos. Aquí daremos espacio a esas obras que por razones comprensibles pueden resultar ofensivas a cierta parte del público pero que merecen ser tratadas por un motivo u otro.

No es mi intención herir sensibilidades, ni siquiera celebrar la inmoralidad, sino ser una voz que amplíe el horizonte de lo que normalmente se comenta. Dicho esto, hoy voy a entrar por la puerta grande tratando The Rapeman (“El Hombre Violador”), la historia del héroe de acción que no necesitábamos.

Esta pequeña serie de dos OVAs nos cuenta las aventuras de Keisuke, un hombre joven con una doble vida. De día, trabaja como profesor de gimnasia en un instituto, pero de noche se calza su traje apretado y se convierte en su alter ego: Rapeman, violador a sueldo. Junto con su tío Haraoka conduce su negocio Rapeman Services, en el que reciben solicitudes de violación a mujeres para corregir sus malas acciones y enseñarles valores que les ayuden a ser mejores personas. Vamos, que pensándolo bien este anime no es muy distinto al Antiguo Testamento.

rapeman2

Esta premisa es tan espectacularmente ofensiva e inapropiada que al saber de su existencia sentí que tenía que verla con mis propios ojos, y no defraudó: la ejecución también es excepcional. Se estructura de forma episódica, y en cada entrega Rapeman se encarga de “neutralizar” a un objetivo concreto. Lejos de tener el tono oscuro y oclusivo que podría justificar este tipo de narrativa, el anime mantiene uno desenfadado y cómico, y entre otras cosas nos presenta a su protagonista como alguien muy afable. Keisuke es un buen profesor, es agradable, bromista y tiene bastante consideración por el bienestar de sus víctimas. Su trabajo como Rapeman a veces le lleva al enfrentamiento físico con terceras personas, pero nunca quebranta su código de no matar a sus enemigos.

Quizá a estas alturas lo habéis adivinado, y sí: esta serie trata de parodiar las historias de superhéroes, siguiendo muchos tropos del género con el giro de que aquí lo que se hace de heroico tiene poco. No se pretende edulcorar el tema—ya que como se nos muestra las personas que hacen esos encargos de violación no son precisamente mirlos blancos— sino resaltar la disonancia entre el marco en el que se aloja la serie y de lo que realmente trata, lo cual es muy divertido de presenciar. A nivel de sátira del género creo que tiene poco que envidiar a animes como One Punch Man, que escogiendo un camino diametralmente distinto pretendía llegar al mismo punto.

Aún con estas, que la serie no sea una apología a la violación sino una parodia no significa que no sea machista. Sí amigas, ahora me toca demostrar que lo de usar lenguaje inclusivo no es (sólo) para ganar puntos en el carné de zurdo. Haciendo un análisis en clave feminista de las situaciones que afrontan las víctimas en ambos episodios no es difícil dilucidar lo que subyacía en la cabeza de los guionistas y posiblemente del mangaka original.

En el primer episodio Keisuke recibe el encargo de violar a Yuuka, una de sus alumnas y la princesa de un clan Yakuza. La proposición viene de parte de la madrastra de la chica y tiene como objetivo que deje de salir con el pelagatos de su novio y empiece una relación con un hombre de confianza del clan. El segundo capítulo nos muestra el enfrentamiento entre Rapeman y Maki, una ladrona de joyas conocida como “La Gata Roja” —parodiando a Batman y Catwoman— después de que el padre de ésta le encargara violarla para que abandonase el mundo del crimen mientras estaba a tiempo. En ambos casos, después de la penetración milagrosa de Rapeman seguida de una charla motivacional, las chicas vuelven al redil que su entorno les había marcado: Yuuka empieza a salir con el mafioso que quería su familia y Maki deja de robar y se dedica a cuidar a su padre.

El elemento vertebrador aquí no es evitar que las chicas cometiesen delitos, ya que Yuuka no comete ninguno; sino corregir su rebeldía. Ambas se desmarcaron del rol que se les había asignado como mujeres y son castigadas por ello mediante la violación, recibiendo además el discurso paternalista de nuestro delincuente sexual favorito y volviendo al papel que se espera de ellas en sociedad como consecuencia. La serie no subvierte los acontecimientos ni hace ningún comentario respecto a esto, por lo que podemos concluir que sí, es tan machista como aparenta. No puedo echarle un capote en este aspecto.

Rape

«Tranquila, soy aliado.»

Dejando esta amarga realidad de lado por un momento, he de decir que a nivel técnico me sorprendió muy gratamente. Siendo una serie de OVAs producida en 1994, en pleno declive del formato, su animación es bastante decente y las escenas de pelea que se desarrollan están bien coreografiadas. Ayuda mucho que la interpretación que desempeña Kenyuu Horiuchi como Rapeman sea espléndida: es capaz tanto de mostrarse amenazador como de declamar líneas cómicas con una seriedad incontestada, haciendo un papel muy bueno. En general ambos episodios soy muy disfrutables y la dedicación del equipo es palpable, algo muy llamativo en una obra de estas características.

Un anime como The Rapeman no podría ver la luz en 2020 para bien o para mal… probablemente para bien. Sin embargo, el hecho fáctico es que existe y que tiene bastantes elementos que lo hace interesante de comentar. Las agresiones sexuales son un tema doloroso para muchas personas, por lo que recomendar este anime a cualquier lectora sería insensible, pero si tenéis la capacidad de tomar la serie como la parodia que es, no es una mala experiencia en absoluto. No podría decir mucho más sobre ella de lo que he comentado en esta reseña (al menos sin que WordPress nos cerrara el blog) y sin duda su corta duración juega en su contra, pero es una de esas obras tan irrepetibles que es difícil ignorar. Me quedo con algo como esto antes que con las decenas de animes prefabricados y sin vida que vemos temporada tras temporada y año tras año.

Además, el infierno no es nada comparado con el sur de España en verano.

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