Hoy me he despertado con una noticia peculiar, y por una vez, agradable. Es el día del otaku. Lo creáis o no, hasta este año no tenía ni idea de que había un día para celebrar lo nuestro. Y me he enterado gracias a, nada más y nada menos, un tuit en la cuenta oficial de la Policía Nacional española.
Sabiendo que soy una persona de izquierdas, quizá penséis que apoyo la tesis popular de all cops are bastards (“todos los policías son unos bastardos” en la lengua de Cervantes), y no es el caso. Como mínimo, podemos afirmar que el gestor de la cuenta de Twitter de la Policía es de los buenos. Anda Marlasca, estírate y súbele el sueldo, que hay que aprovechar lo de ser un estado socialcomunista.
Me gusta eso de tener un día para el reconocimiento. Más allá de chistes de duchas y olor corporal, creo que la cultura otaku tiene bastante valor. No en vano me encanta escribir en este blog, y aunque participo un poquito del ridículo que la rodea, es fantástico poder hablar de lo que me fascina de ella y usarla como forma de analizar lo que acontece.
Más de una vez me habéis preguntado por mis influencias a la hora de escribir aquí, y uno de los columnistas a los que más me gusta leer es Úriz Iglesias, un exparlamentario navarro al que echaron del PSOE por ser demasiado consecuente con sus ideas cuando no tocaba. Por si fuera poco, el tío tiene un blog como yo. Muchos de sus artículos son análisis bastante acertados del panorama político en España, pero otros son sus batallitas contadas mediante analogías a películas que le gustan; también muy disfrutables. Pues bien, hoy vosotras os vais a tragar una batallita sobre la creación de Aki no Anime.
Tanto a nuestro redactor jefe como a mí siempre nos había gustado escribir y hablábamos mucho de anime, así que él tuvo la idea de que uniésemos nuestras dos aficiones y montáramos un blog sobre el tema. Ni que decir tiene que acepté de inmediato, sobre todo considerando que él se iba a ocupar de todo el mantenimiento, por virtud de no ser un analfabeto tecnológico como yo. Llevábamos días dándole vueltas a cómo llamar al blog, cuando una mañana a principios de 2016, se me acercó andando con determinación y sonriendo. Me soltó:
—¡Ya tenemos nombre para el blog!
—Vaya. ¿Qué se te ha ocurrido?
—Aki no Anime.
—¿Eh?
—Significa “anime de otoño”.
—Pero si estamos en primavera.
Un número cómico au naturel, digno de este blog al cien por cien.
Aun con esas acepté sin problema, aunque siempre me preocupó que fuera un nombre fácilmente extrapolable a Aquí no Hay Quien Viva, chiste que yo mismo he hecho ya demasiadas veces aquí. Años después hemos considerado cambiarlo, pero alteraría nuestro posicionamiento en búsquedas y el algoritmo manda. Pese a todo estoy bastante contento con el nombre, aunque sea por síndrome de Estocolmo.
Al principio no pensé que esta aventurilla fuera a durar mucho, pero piedra a piedra llevamos ya casi cinco años publicando. Es verdad que ha habido épocas sin demasiada actividad (y aquí tengo mucho que agradecer a nuestro redactor Pgskywalker, que se llevó el blog a la espalda en el momento de mayor sequía), pero hemos mantenido el pulso, y ver cómo ha cambiado nuestra manera de hacer las cosas desde aquel momento es un aliciente para seguir adelante.
El anime es por suerte cada vez más conocido, pero siento que está aún bajo el radar en cuanto a la cantidad de películas y series buenas que produce. Es un medio con muchos cineastas increíbles, y que sirve como vehículo para entender la cultura japonesa y las problemáticas que interesan al país en cada época. No es sólo una ventana a otro mundo, sino como el cine en general, una para entender el nuestro. Hacer esto merece la pena.
Y ahora sí que sí, parafraseando a Evangelion:
Al equipo de Aki no Anime, gracias.
Al desodorante, adiós.
Y a todos los otakus, ¡felicidades!